Bienvenidas

El cultivo en maceta de plantas como la trompeta del juicio, la
margarita de verano o la yuca constituye una de las actividades más atractivas de la jardinería. Sin embargo, los cuidados que requieren este tipo de plantas no siempre son sencillos. Espero informar de manera concisa y clara acerca de las medidas que deben aplicarse para disfrutar de los cultivos en maceta, atendiendo a los nuevos conocimientos y experiencias dentro de este campo.

jueves, 29 de enero de 2009

Buganvilla

Las numerosas variedades que se cuentan entre esta planta de flores prodigiosas no deben su exuberante colorido a las flores, pequeñas e insignificantes, sino a las hojas superiores —luminosas y multicolores— que las protegen: son las llamadas brácteas. I lay otras familias e híbridos a menudo muy atractivos, peni la B. gkbra es la que plantea menos dificultades, siempre y cuando el verano sea cálido y prolongado; con un ambiente muy frío la planta se malogra al igual que la Lagerstroemta. No obstante, si esto ocurre, hay que seguir cuidándola como de costumbre y esperar que ,el final de la primavera la planta brote de nuevo.

La variedad más conocida y también la más robusta es la 'Sanderiana' de brancas lila.
En los lugares más fríos, con heladas comunes en invierno, su alojamiento durante esta época no es complicado mientras se disponga de una Hb luminosa donde la temperatura oscile enrte los 10 a 14 °C. También puede colocarse en un lugar fresco y oscuro, aunque en este caso requiere mucha habilidad y suerte por pane del principiante. Es muy importante introducir la planta en el alojamiento invernal con el cepellón bien seco y. durante este periodo, ser muy moderados con el riego. Cuando la planta está sin hojas, demasiada humedad provoca la putrefacción casi automática de las raíces y, en consecuencia, también su muerte. En lugares donde el invierno sea suave, puede vivir perfectamente al exterior, teniendo en cuenta que las variedades discintas de la Bougainviliea glabra 'Sanderiana', con brácteas de otros colores, son mucho más sensibles al frío.

Esta planta brasileña es una de las pocas para maceta que realmente exigen grandes cuidados durante el verano. Por ello, se coloca en el lugar más soleado, cálido y mejor protegido que se le pueda ofrecer. En la terraza, lo ideal es una pared orientada al sur que refleje el calor. Como arbusto trepador la Bougainviliea necesita una sujeción; los vastagos largos se cortan intensamente en otoño antes de guarecerlas, o bien, a la salida de los fríos las que pasen el invierno al exterior. Gracias a su tolerancia a la piula, estas lianas pueden formar un tronco alto que produce un efecto particularmente vistoso.

Emplazamiento: completamente soleado, cálido.
Riego: todo el verano muy abundante, en los días muy calurosos varias veces al día.
Abono: hasta agosto, al menos una veza la semana; las buganvillas son «devoradoras de abono».
Alojamiento invernal: luminoso y no demasiado fresco, entre unos 10 y 14 °C.
Multiplicación: por esquejes de punta no muy maduros; lo mejor es la reproducción en bancales de multiplicación con una humedad ambiental elevada y una temperatura del suelo a partir de los 25 CC.

martes, 27 de enero de 2009

Pata de vaca

Estos arbolitos perennes son plantas ornamentales en todos los países tropicales debido a sus interesantes hojas en forma de herradura, que recuerda también a una huella de vaca, pero ante todo a causa de sus atractivas flores estriadas en tonos violetas, amarillos, blancos o incluso de varios colores y que recuerdan un poco a la orquídea. Sin embargo, la que predomina es sobre todo la de flor blanca.

La especie más resistente es la Bauhinia grandi-flora, de flor blanca, cuyos ejemplares adultos llegan a resistir heladas ligeras. Las flores más espectaculares las proporciona la Bauhinia variegata, de color lila.

Pueden crecer como arbolitos o como arbustos ramificados desde la base; en cualquier caso, es conveniente un recipiente bastante grande y un suelo algo arcilloso. Suelen desprenderse de la vegetación a la salida del invierno, no brotando de nuevo hasta el mes de abril, aproximadamente.

Emplazamiento: soleado, cálido y protegido; si está en un recinto acristalado se recomienda una
ligera protección contra el sol.
Riego: mantener uniformemente húmedo.
Abono: de marzo a septiembre, cada semana.
Alojamiento invernal: luminoso, entre los 10 y 15 °C.
Multiplicación: por semillas o por esquejes en bancales de multiplicación con el suelo a 25 °C
de temperatura.

Aucuba

AI igual que el laurel, ésta es una planea ornamental muy conocida. Las diferentes variedades llaman la atención por sus hojas coriáceas punteadas o moteadas en amarillo. Los frutos rojos en forma de baya que se desarrollan —en invierno y a principios de la primavera— a partir de las insignificantes flores son especialmente atractivos. Es una planta dioica, es decir, con flores sólo masculinas o femeninas: para que fructifique se necesita un ejemplar de cada sexo. Sólo la variedad 'Rozannie' (con hojas divididas) y la matizada (manchada de amarillo) 'Crotonifolia' fructifican por sí mismas. Otras variedades menos matizadas, que se cultivan con garantía, son la 'Goldieana', la 'Limbata', la 'Picturata' y la 'Variegata', pero no llegan a fructificar si no es en presencia de un pie masculino.

Cabe considerar la resistencia al invierno de la aucuba. En zonas de heladas fuertes se la ve plantada al aire libre desafiando los inviernos. Ni siquiera la circunstancia de que el cepellón de las raíces se haya helado por un cono espacio de tiempo, agotará su fuerza vital, y aunque los vastagos se hielen hasta el suelo, es posible que broten otros nuevos en la primavera. Esta planta pasa el periodo invernal en un lugar frío y oscuro en caso de que sea necesario, pero no es indispensable que el recinto esté totalmente aislado de las heladas. El riego se reduce al mínimo en estas circunstancias. La poda siempre es posible, pero debería limitarse a los vastagos dañados para no influir de forma inconveniente sobre el crecimiento. A todas estas ventajas hay que añadir que se trata de una planta de sombra que no compite con otras plantas de maceta por estar al sol.

Emplazamiento: semiumbrío, hasta sombrío.
Riego: mantener uniformemente húmedo, nada de encharcamientos.
Abono: hasta octubre, cada semana.
Alojamiento invernal: muy fresco, alrededor de los 0 °C, luminoso u oscuro.
Multiplicación: por esquejes algo maduros en verano.

domingo, 25 de enero de 2009

Madroño

El A. unedo es uno de los pocos árboles que figuran entre las ericáceas; oriundo de los países mediterráneos, norte de África e Irlanda, no es en absoluto exigente respecto a los cuidados en maceta. De porte arbóreo en estado adulto, es un arbusto propio de nuestros bosques; florece durante el invierno con flores acampanadas de un I cm de longitud, de color crema, que aparecen en ramilletes de 7 a 12 flores colgantes. Estas flores se transforman en frutos, unas bayas de 2 cm de diámetro de color rojo en su madurez, pero que antes han sido verdosas y luego amarillentas. Maduran a partir de otoño y durante el invierno, con lo que la madurez de los frutos logra cruzarse en el tiempo con la siguiente floración.
En maceta, aunque la floración es fácil y abundante, la fructificación suele ser más escasa.

Emplazamiento: soleado hasta semiumbrío.
Riego: mantener uniformemente húmedo; la sequía la perjudica tanto como el encharcamiento. Abono: hasta septiembre-octubre, cada semana.
Alojamiento invernal: luminoso, entre los 2 y 8 °C
Multiplicación: por esquejes de punta en primavera.

Árbol de la seda

Sólo dos especies se encuentran con facilidad en el mercado: la A, kpbanUí y la A. julibrissin. En un alojamiento invernal luminoso y bastante fresco, la primera es perenne, mientras que la segunda pierde sus hojas. Se reconoce su parentesco con las mimosas por sus hojas plúmeas y también por sus exigencias para su cultivo: un sitio soleado hasta semiumbrío, abundante abono y riego regular, evitando que el sustrato esté permanentemente mojado.

Las flores blancoamarillentas de la A. lophanta, que salen juntas en forma de espiga, de lejos parecen pequeños «pinceles» debido a sus estambres salientes, mientras que las flores ligeramente aromáticas de la A, julibrissin son muy delicadas y de color rosa, de aspecto sedoso, de ahí el nombre popular. Ambas variedades toleran la poda, aunque sin duda cada acometida es un revés para su aspecto exremo. La floración primaveral de la A. kphartta la hace aconsejable sólo para jardines con un invierno muy suave, sin heladas; la otra especie cuya flor sale a mediados del verano, sólo se marchita con heladas intensas; cuando es adulta, la planta tolera hasta los 6 °C bajo cero en el exterior.

Emplazamiento: soleado hasta semiumbrío.
Riego: en verano, mantener uniformemente húmedo.
Abono: hasta principios de agosto, cada semana.
Alojamiento invernal: fresco, entre los 2 y 8 °C; luminoso u oscuro en el caso de A. julibrissin, de hoja caduca.
Multiplicación: por semillas (difíciles de adquirir).

Pita

Se trata de una especie longeva que florece tras muchos años de vida, con la particularidad de que la planta muere justo después de dar semillas. Si bien la inflorescencia es muy espectacular (hasta 8 m de altura), es muy difícil que florezca cuando se cultiva en maceta. En cualquier caso, suele retoñar con frecuencia mucho antes de florecer.

Junto a la especie completamente verde, hay también variedades que presentan hojas con bordes amarillos o blancos o con una estrecha raya central. El trato con la A. americana tiene sus riesgos, ya que las hojas (de hasta 2 m de altura) terminan en unas puntas finas como agujas y muy duras; con lo cual, pueden ocasionar más de un rasguño, sobre todo al moverlas, ya que estos ejemplares pesan varios cientos de kilos. Tampoco es en absoluto apropiada para un lugar donde haya niños.

Esta planta suculenta, originaria de América del Norte y del Sur y aclimatada en la zona mediterránea, apenas necesita cuidados. Incluso puede tolerar una sequía prolongada sin sufrir daños; si nos olvidamos del abono, exterioriza esta carencia con una pausa pasajera en su crecimiento, una circunstancia que se agradece cuando las plantas son muy grandes.
La persona que no quiera privarse de una A. americana, puede recurrir a otras especies de menor tamaño como la A.filifira, una planta rara por la pilosidad de sus hojas, o la A. victoriae-reginae, con un interesante dibujo en la hoja. Ambas son plantas de tiesto adecuadas para una estancia estival en el exterior; en invierno se alojan en un lugar fresco y luminoso, sólo en lugares con heladas frecuentes.

Emplazamiento: soleado hasta semi umbrío, cálido.
Riego: moderado; durante el verano, más frecuente.
Abono: hasta agosto, ocasionalmente con abono para cactus.
Alojamiento invernal: entre los 4 y 6 °C, luminoso y seco; se le puede dar abrigo más tarde, ya que tolera, durante periodos cortos, varios grados bajo cero.
Multiplicación: por separación de los brotes laterales en primavera; hay que dejar secar las superficies de corte anees de plantarlos en tierra arenosa.

viernes, 23 de enero de 2009

Agapanto

Los tallos de esta planta liliácea con flores en umbela, casi siempre azul violeta y raras veces blancas, pueden llegar a alcanzar hasta 1,20 m de altura.

Esta planta perenne, originaria de África, apenas exige cuidados especiales respecto al alojamiento invernal, mientras disponga de un lugar fresco y moderadamente luminoso. Las temperaturas bajas son un requisito indispensable para que se formen los botones de las flores que suelen abrirse durante el verano. Al igual que la yuca, el agapanto figura entre las plantas que sólo requieren ser trasplantadas cuando las raíces sobresalen del recipiente; por lo tanto, tampoco se parte periódicamente, ya que la floración del Ágapati-thus es más rica cuanto mayor es su tamaño y más años tiene; en este caso también necesita más nutrientes. Los fertilizantes evitan que merme la floración, relativamente tardía: casi siempre aparece a partir de julio y se prolonga hasta septiembre.

Por lo que respecta a los parásitos y enfermedades, el agapanto es verdaderamente robusto. No obstante, el encharcamiento en la maceta tiene efectos nocivos, y a menudo desencadena un ataque de hongos, que puede dañar irremisiblemente las raíces.

Emplazamiento: soleado o semisombreado.
Riego: en verano, de forma abundante.
Abono: hasta agosto, cada semana con un abono completo.
Alojamiento invernal: fresco, entre los 4 y 8 °C; en este periodo la exigencia de luz es sólo moderada.
Multiplicación: por división de mata en la primavera.

Aeonium

El Aeonium, una planta crasa originaria del norte de África, se ha ido introduciendo en la Europa meridional. La mayoría de especies de Aeonium, unas 40, se halla en las Islas Canarias. La variedad más interesante de A, arboreum es el 'Atropurpureum' que posee un alto tronco que alcanza 1 m de altura y presenta rosetas carnosas de color marrón hasta rojo oscuro. Su atractivo follaje empieza a reverdecer cuando dispone de poca luz. Las flores amarillo claro que forman un racimo en el extremo del tallo sólo se dan en ejemplares adultos.
Es una planta muy resistente que combina muy bien con cactus y otras plantas suculentas.

Emplazamiento: tan luminoso y soleado como sea pasible.
Riego: bastante moderado, incluso en verano, y sólo cuando la capa superior de la tierra esté seca; mantenerla casi seca en invierno.
Abono: sólo en primavera y verano; cada dos semanas y preferentemente con fertilizante para cactus.
Alojamiento invernal: entre los 10 y 12 °C, o como planta de interior en la sala de estar; en todo caso, evitar que amarillee.
Multiplicación: por esquejes de punta con un fragmento de tronco provisto de roseta; las superficies de corte se dejan secar antes de plantarlas.

miércoles, 21 de enero de 2009

Mimosa floribunda

La mayoría de los aficionados a las plantas conocen bien las flores de las mimosas. Esta especie presenta un follaje formado no por verdaderas hojas, sino por los tallitos que las sostienen: los peciolos; en este caso son aplanados y cumplen la misión de las hojas, pero la transpiración es menor. (Es un mecanismo para ahorrar agua.)
Excepto la A. retinodes originaria de Australia y aclimatada en el sur de Europa, que exhibe aromáticas flores de color amarillo claro prácticamente durante todo el año, la mayoría de las pertenecientes a este género florecen en invierno y solamente son aconsejables para lugares templados, mejor libres de heladas.
Sin embargo, la A. retinodes es una excelente planta de exterior que exige pocos cuidados. Únicamente se debe procurar que no se seque la zona de las raíces. La poda de rebaje contribuye a un crecimiento tupido.

Emplazamiento: completamente soleado-Riego: moderado, pero regular, para evitar que se
seque por completo.
Abono: hasta agosto, cada dos semanas.
Alojamiento invernal: muy luminoso, entre los 4 y 8 °C, aunque esporádicamente puede resistir heladas leves.
Multiplicación: por semillas, en casos aislados de germinación lenta.

Abutilón común

El A. megapaiamicam ornamental, con vastagos finos y colgantes y flores rojas o amarillas m forma de farolillo, esta malvácea propia de los trópicos y subtrópicos, se conoce hace mucho tiempo como planta de maceta. Son apreciados sobre todo los numerosos híbridos con flores acampanadas, rojas o amarillas, a veces rayadas, así como —según la especie y l.i procedencia— los de hojas verdes y moteadas también en blanco y amurillo, El A. me-gapotanicumes un poco mis sensible que los híbridos.

Todas estas malváceas admiten ser cultivadas como arbolito. Se puede corregir su crecimiento, levemente desplegado, con una intensa poda en febrero o marzo. En un alojamiento invernal cálido y además luminoso donde el aire sea seco suelen aparecer ácaros. Como planta de maceta, el abutilón puede ser además atacado por la mosca blanca y las cochinillas. Ocasionalmente la caída de las flores y hojas está relacionada con irregularidades en el riego o en el abastecimiento de nutrientes, pero tal pérdida se remedia pronto con nuevos brotes.

Emplazamiento: a ser posible soleado, demasiada sombra merma la floración.
Riego: durante el periodo vegetativo abundantemente, en invierno mantener sólo húmedo.
Abono: desde la primavera hasta entrado el otoño, una vez por semana.
Alojamiento invernal: oscuro o luminoso, entre los 6 y 12 °C
Multiplicación: por esquejes en la primavera; los híbridos también por semillas; el despunte frenicmc de los esquejes favorece un crecimiento frondoso.

lunes, 19 de enero de 2009

Árboles y plantas duraderos

Si en la entrada de la casa no hay algunas coniferas o arbustos de follaje perenne que pongan un coque de alegría en el invierno o si no es posible plantar este tipo de vegetación debido a que se trate de tierra suelta, una maceta con arbustos resistentes, que no pierdan el follaje es una buena alternativa. Por supuesto elegiremos sólo aquellos que sean de crecimiento lento por naturaleza. Entre los arbustos perennes cabría citar aquí el Berberís buxifolia 'Nana', un tipo de agracejo, que alcanza 50 cm de altura, y —con 1 m de altura— la Berberís gagnepainii; además de Cotoneaster microphyllus, el «siempre-verde» níspero del Japón con 50 cm de altura, Euonymus fortuna, el evónimo postrado, o Hedera be/ix, nuestra conocida hiedra, que al igual que la anterior, es apropiada como planta baja, y puede servir también para revestir bordillos.

Entre las coniferas enanas (todas entre 50 y 100 cm de altura), hay algunas que no crecen: Chamaecyparis pisifera, Juniperas communis, el enebro común, así como Ju-niperus horizontai'ts, un enebro rastrero que crece a ras de suelo, Picea pungens, la pícea, Pinas mugo, el pino de montaña y otras variedades de Taxusbacca-ta, el tejo. En este recorrido por las plantas de macera, las indicaciones para el cuidado específico de las mismas siempre han tenido en cuenta sus necesidades óptimas. Los valores de las temperaturas no tienen por qué comprobarse exactamente con el termómetro. Es posible que el alojamiento idea! de algunas plantas sea un lugar frío, pero eso no quiere decir que no acepten uno ligeramente más cálido, excepto si se trata de un sitio luminoso al mismo tiempo. Ahora bien, la combinación de oscuro y cálido, generalmente es desafortunada. En el apartado «alojamiento invernal» se describe con más detalle la interacción de los diversos factores. La recomendación de un lugar soleado no significa que una leve penumbra merme el crecimiento y la floración.

La maceta como jardín acuático

Con muy pocos medios, cualquier persona puede instalar un miniestanque de las proporciones que desee en el balcón, la terraza o junto a un banco en el jardín. En tanto que el recipiente no se introduzca en la tierra —en cuyo caso podría constar incluso de un receptáculo de plástico o de un cubo de albañil— es apropiado cualquier recipiente habitual hasta incluso una cuba de madera. Con la ayuda de un plástico aislante se consigue impermeabilizar por completo todos los rincones de la pila.

Según sea el tamaño del estanque se pueden construir diferentes tipos de tarimas con bloques de styropor corno los que se venden en las tiendas de bricolaje para que puedan albergar también plantas pequeñas. Se consigue un interesante efecto si se retiran las plantas del agua y se instala una bomba de estanque con un pequeño surtidor o una válvula de campana para regular el fluido del agua. Hoy estos pequeños aparatos ya no cuestan tanto y cumplen su objetivo. El suave murmullo es relajante y el agua en movimiento es una delicia para los ojos. Si el pequeño jardín acuático está dispuesto de manera que en la parte trasera aún quede espacio para 34
otras plantas de tiesto, su aspecto a la vista será particularmente agradable.

Otra posibilidad muy sugestiva es llenar la pila con grandes guijarros sobre los que corra el agua. También pueden servir de ayuda para la decoración los pedestales de plástico antes mencionados.

Si prefiere que se vean más las plantas que el agua, puede acomodar en la cubeta un parterre de pantano con plantas que no serían cultivables en ninguna otra parte: la numularia (Lyshnacbia mim-mularia), el nomeolvides de pantano (Myosotis pa-lustris), el rnímulo {Mrmulus lutem) o el esparganio (Sparganium mínimum) serían algunos de los ejemplos que cabe citar. Asimismo, también puede colocar dentro un paraguas con su tiesto o dejar nadar un pequeño nenúfar en la superficie. La anea enana (Tbypa mínima), que sólo crece 1 m de altura, también es muy decorativa.

sábado, 17 de enero de 2009

Plantas trepadoras en maceta

Quien haya visto el tamaño que alcanzan los arbustos en una maceta de dimensiones reducidas, no se asombrará tampoco de saber que las grandes enredaderas y trepadoras son absolutamente adecuadas para este tipo de cultivo. Las anuales pueden estar perfectamente en el balcón o en la terraza, sólo requieren un tiesto que no sea demasiado pequeño; aunque en este caso también vale la norma según la cual la planta crece mejor cuanto más espacio tengan las raíces. Las semillas de la mayoría de las plantas anuales son habituales en el mercado y uno mismo puede sembrarlas directamente en el lugar que convenga. Para ayudarlas a trepar se emplean cordeles que se sujetan con clavijas en la tierra del recipiente o en una celosía adquirida en un centro de jardinería o en una rienda de bricolaje.

También se pueden comprar entramados de plástico, o alambre revestido de plástico de cualquier medida. De esta forma uno mismo puede cubrir de verde —según su agrado— grandes o pequeñas superficies y revestir verjas metálicas u otras partes poco vistosas. Para ello son especialmente adecuadas la calabaza de adorno (Cucúrbita pepo), el ecremocarpo (Eccremo-carpus scaber), las ipomeas {Ipomoea tricolor), el guisante de olor (Latbyrus odoratus), la farbiria malva (Pbarbitis purpurea), la Susana de ojo negro (Tbun-bergia alata), así como la calabaza (Lagenaria sicera-ria). Por norma general, lo más conveniente es un lugar soleado, únicamente la cobea (Cobaea scan-dens), las habas (Phaseolus coccineus) y la capuchina (Tropaeolum majus, o mejor aún ej alto trepador T. peregrinum) toleran también un lugar semiumbrío. Todas las plantas trepadoras de varios años, que en su mayoría son casi exclusivamente arbustos o scmiarbustos toleran el sol y la penumbra. La serpentaria {Aristolochia macrophylla), el eunomio {Eumiymits fortunei var. radicans), el «correquetepillo» (Polygonum aubertii), la hiedra {Hedera belix) y la hortensia trepadora (Hydrangea anomala ssp. pe-tiolaris) toleran incluso lugares completamente a la sombra. Para estimular su crecimiento hay que fertilizarlas de forma regular e intensamente y abastecerlas con gran cantidad de agua. Esto vale sobre todo para el «correquetepillo» (Polygonum aubertii)y la flor de la pasión (Passiflora) y el kiwi (Actinidia).

Saber hasta qué punto la planta resiste a las heladas depende de los rigores del clima del lugar, y también del estado y la edad de las plantas. Para mayor seguridad, la flor de la pasión se poda intensamente en otoño y se lleva a una sala al abrigo de las heladas, aunque casi siempre tolera las bajas temperaturas invernales en un lugar protegido, a menos que el periodo de heladas se prolongue demasiado tiempo. Si se tienen dudas acerca de si una planta resistirá al aire libre, habría que preservarla con ayuda de follaje, turba u otras materias aislantes que puedan protegerla de una helada intensa; y además rodearla con abundantes ramas de pino para evitar posibles riesgos.

Un jardín de hortalizas

Plantar verduras y hierbas en maceta aún es más fácil que cultivar frutales. En este caso, sin duda hay que prestar una atención especial al lugar. A todas las especies les conviene un sitio soleado hasta se-miumbrío. Por el contrario, pocas especies toleran un lugar siempre sombrío. La sombra de la espesa copa de un árbol o de un edificio contiguo apenas es apropiada para lo que no sean berros y lechugas rizadas. En balcones especialmente salientes, se suma el factor del viento que influye negativamente; sólo podríamos apostar por este emplazamiento si fuera posible recurrir a esteras de ¡unco o de plástico. En la tabla de la página siguiente se recogen datos más precisos acerca de las necesidades de luz y de la sensibilidad al viento de cada una de estas plantas.

Para el abastecimiento de nutrientes de las verduras anuales se emplean abonos de larga duración; de no hacerlo así, se fertiliza regularmente con dosis reducidas de abono mineral. Calibrar la cantidad y el grado de concentración óptima para cada tipo de cultivo es una cuestión de experiencia, ya que un recipiente pequeño puede presentar rápidamente una falta de nutrientes o por el contrario un exceso de abono. Las hierbas aromáticas que aún conservan en gran parte su carácter de planta» silvestres y que poseen una escasa necesidad de nutrientes, se contentan casi siempre con tierra mezclada con raspadura de cuerno.

miércoles, 14 de enero de 2009

Los frutales y las plantas de baya

El cultivo de todo tipo de frutales en macetones no es un invento de nuestros días. Ya en el siglo XIX los interesados en la materia se pusieron a trabajar sobre el «jardín frutal móvil», consiguiendo con éxito manzanas, peras, albarieoques y melocotones. Una tarea que requería buenos conocimientos de jardinería, ya que en aquel tiempo aún no se conocían arbustos como los evónimos y las plantas sólo se podían mantener bajas y con forma tomando las medidas de poda oportunas.

Evidentemente, nunca se puede esperar de las frutas cultivadas en macera una cosecha tan rica hasta el punto que merezca la pena su almacenamiento, por ejemplo. Pero dedicarse a ello es una afición interesante que auna en sí la jardinería ornamental y la útil, ya que las manzanas, las peras o las cerezas amargas son unas agradecidas flores de primavera cuyo colorido embellece eJ balcón, la terraza o la entrada de la casa.

La persona sin experiencia debería empezar con un manzano joven para asegurarse, dentro de lo posible, las mayores probabilidades de éxito. Luego, el surtido puede hacerse extensivo a peras, cerezas amargas, ciruelas y melocotones, así como, con un poco más de experiencia, también a las cerezas dulces, cuya obtención se considera el paso previo al final del aprendizaje. (Las variedades de pequeño tamaño son las más difíciles de cultivar en maceta.) El albaricoquero no merece la pena debido a su escasa producción. Por el contrario, las grosellas apenas presentan dificultades si se crían como cepa.

Las fresas pueden cultivarse bien en una jardinera de obra y en maceteros colgantes o de madera en cuyas paredes se hayan practicado antes unos agujeros redondos para el drenaje.
En cuanto al abonado y al riego, exigen los mismos cuidados que las demás plantas de maceta, y la poda debe hacerse de acuerdo con los procedimientos propios de la poda de frutales. En general, se trata de procurar tener siempre suficientes vastagos con frutos, lo cual se consigue con árboles añosos. Se ha comprobado el buen resultado del despunte o del pinzado de los vastagos aún verdes a principios del verano, cuando miden unos 20 cm de largo. Si se cortan aproximadamente hasta la mitad, se favorece la formación y alimentación de los brotes que salen por debajo del punto de corte.

Antes de que lleguen las heladas, en los lugares muy fríos hay que tomar las precauciones necesarias para el invierno, ya que, en comparación con los frutales plantados en tierra, los de maceta toleran peor las bajas temperaturas. Allí donde los inviernos suelen ser suaves basta con colocar los recipientes con los arbolitos ahora sin hojas, uno al lado de otro, en un lugar resguardado, por ejemplo, junto al muro de una casa o un cobertizo, protegiendo los tiestos igualmente con ramas secas de pino. También se puede construir en algún lugar un sencillo entramado y cubrirlo con una lámina protectora o con una arpillera. Para paliar los efectos de largos periodos con bajas temperaturas, los recipientes se hunden en un rincón protegido del jardín hasta que los intensos fríos hagan necesario cubrirlos con una gruesa capa de tierra por encima. Si Se dispone de una sala fría y seca, las plantas también pueden pasar en ella el invierno, evidentemente.

Los cactus y otras suculentas

Si su interés por los cactus va más allá de observar el porte de un Cactus de Navidad o de Pascua (Epiphyllum) y ha reunido ya unos cuantos ejemplares distintos, ha llegado el momento de reservar un lugar extra en el jardín de verano para esta familia de plantas rara y multiforme. Si se disponen los tiestos apiñados en un lugar cualquiera al aire libre, se deja escapar la ocasión de apreciar una imagen plenamente efectista. Además, es muy fácit instalar en una esquina soleada un pequeño jardín desértico.

Lo único que hay que conseguir es arena; y se emplea tanta como sea necesaria para que los tiestos queden enterrados hasta el borde. Unas cuantas piedras para perfilar los contornos, dispuestas entre las plantas, adornan y completan el encanto natural de este paisaje en miniatura. Es conveniente establecer algunas diferencias de altura. Tenga presente el tamaño de la planta en la composición, de manera que los grandes cactus de columna o de candelabro queden en la parte de atrás del arríete, y los pequeños, delante. Lo importante es el drenaje; el agua de los aguaceros estivales no debe permanecer mucho tiempo en la zona de las raíces, sino que debe fluir hacia abajo.

domingo, 11 de enero de 2009

La maceta como parterre de flores

Ya hemos dicho que el cultivo en maceta posee un campo de aplicación muy amplio y no hay razón para limitarse solamente a Eas plantas exóticas resistentes al invierno, Aparte de los arbustos grandes que pueden conservarse siempre como bonsáis en los «.jardines móviles», es posible casi todo. .Así por ejemplo, todas las flores de balcón se conservan aún mejor en grandes recipientes que en jardineras, donde florecen especialmente exube-rantes; lo mismo ocurre con las anuales que realzan parterres y arriates con su colorido variopinto La persona que desee transformar su terraza en un iardin florido de verano y que, sin embargo, tema la afanosa tarea de cobijar las «clásicas» plantas en invierno o no tenga posibilidad de hacerlo, podrá así ver colmados sus deseos.

Las plantas vivaces y los bulbos también se pueden cultivar fácilmente en maceta. Incluso la mal-varosa, los lirios y el acanto despliegan espontáneamente sus flores; asimismo, ei conjunto adquiere una atractiva apariencia cuando se plantan diferentes tipos de siempreviva en un gran cuenco poco hondo. O tal vez prefiera intentar una combinación de lirios holandeses blancos y heliotropo azul nocturno I os célebres híbridos «.Ylidcentury» del criador de lirios Jan de Graaff han dado muy buenos resultados en los «jardines móviles». Las gai-llardias, el ojo de poeta, la rudbeckia o los lupinos se pueden plantar en Ea maceta junto a otras plantas alias mezcladas con vivaces bajas; una composición lograda florece a lo largo de todo el año.

La floración de los bulbos de primavera como los tulipanes, narcisos y jacintos tal ve/ vayan a la cabeza. Sin duda, el aficionado a las plantas de jardín en maceta deberá dedicar algo de esfuerzo a la tarea de plantar ininterrumpidamente desde marzo hasta entrado el otoño para que no haya pausas demasiado largas entre los periodos de floración de cada planta. Ante todo, hay que tener siempre tiestos de reserva suficientes donde las plantas de cada estación puedan hospedarse.
las Tulipanes se abren durante la primavera.

Otra posibilidad interesante es combinar flores de verano y plantas vivaces con herbáceas ornamentales o variedades de arbustos enanos. Estas composiciones requieren más cuidados que las macetas exclusivamente de flores, y se debe procurar que las plantas elegidas no sean muy distintas en sus exigencias de luz, agua y nutrientes. Con un poco de experiencia se puede probar una gran variedad de técnicas muy atractivas, propias del «jardín móvil».

Plantas tropicales en el suelo

En este apañado no trataremos nuevamente eí tema del cultivo de las especies que toleran el frío y que pueden conservarse en el exterior durante el invierno si las condiciones climáticas son favorables. Antes bien, abordaremos una posibilidad de cultivo que no es nueva en absoluto para lugares con heladas frecuentes en invierno, pero que los aficionados practican sólo en muy raras ocasiones, y eso que esta técnica a menudo aumenta el atractivo de su exótica floración. Muchas plantas se muestran en todo Su esplendor únicamente cuando son liberadas de la maceta, es decir, cuando se permite que sus raíces se extiendan por el suelo de! jardín. Este es el caso de la trompeta del juicio, de las fucsias, la Plumbago auriadata, la lanta-na y la flor de la pasión. Para que el cepellón se conserve y no se dañe involuntariamente, la planta se introduce en un recipiente de plástico con grandes orificios, como un cesto de supermercado por ejemplo. A continuación, se hunde en el suelo del jardín hasta que su superficie aún pueda eubrirse con algunos centímetros de tierra. En este aspecto, el cuidado estival no se diferencia del cultivo en maceta.

Antes de colocarlo en su alojamiento invernal se sacude la tierra alrededor del cesto, con lo cual queda visible parte de las raíces a través de los orificios: a continuación, se levanta el recipiente del suelo por las asas y se introduce en el invernadero. Las raíces que sobresalgan por los laterales se podan porque morirían de todas formas. En este método es muy importante controlar durante el invierno la humedad del sustrato del canasto con ni as frecuencia que en el caso de las plantas alojadas en una maceta. Para evitar que el alojamiento invernal se inunde, se puede introducir el cesto en una gran bolsa de plástico. Pero si ésta no es transparente, cabe el peligro de que se empape por completo, dado que puede almacenar un excedente de agua.

Lo ideal: el jardín de invierno

Aproximadamente a comienzos de los años ochenta, cuando en el centro y el norte de Europa los jardines de invierno volvieron a ponerse de moda, a sus propietarios les sucedió lo mismo que a los aficionados a la jardinería de exterior: creían poder conseguir un maravilloso prado de flores multicolores y silvestres. Sin embargo, tanto unos como otros acababan sintiéndose decepcionados, y tuvo que pasar algún tiempo hasta que la euforia inicia] dejó paso a las consideraciones prácticas. El preocupante aspecto de las plantas lánguidas y hasta agonizantes era indicio suficiente de que la protección de cristal por sí sola no era una garantía de un crecimiento exuberante y rico en flores. Por mucho que las empresas de construcción entendieran de estética y hubieran acumulado experiencias en fabricación de viviendas, sus escasas nociones de jardinería no bastaban porque construían igual que para las personas —en el mejor de los casos— sin tener en cuenta las necesidades especiales de las plantas y menos aún las de las foráneas.

De modo que se trataron con negligencia o de forma inadecuada cuestiones primordiales para la vida de la planta como las posibilidades de ventilación y sombra, así como los problemas de la calefacción y el aislamiento del calor. La persona que tenga la intención de construirse un jardín de invierno, en el sentido estricto del término, debería encargar su construcción a un fabricante con experiencia en invernaderos para pequeños arbustos.

Asimismo, habría que elegir bien las plantas porque no suelen ser baratas. La persona que opte por especies de considerable crecimiento como la palmera datilera, el eucalipto, u otras plantas de gran desarrollo originarias de zonas tropicales, en muí' poco tiempo, verá frenados sus anhelos por el telado de cristal. Dado que por norma general el jardín de invierno se usa como «sala verde» adicional, se rmimienda —según las posibilidades— embellecerla con arbustos que no pierden las hojas; y elegir otros que florezcan también en la estación invernal para la parte inferior.

Entre ellos figuran el Abutilón, la Datura sanguínea, la Bougainvillea y la Tibouefrina. En invernadero. la flor de la pasión, por ejemplo, puede presentar una floración temprana, o prolongada hasta bien entrado el invierno.

En el jardín de invierno también es importante que las plantas estén cerca del suelo. Si descartamos las bandejas de cultivo y sólo nos dedicamos a las plantas de tiesto, el espacio pierde gran parte de su encanto natural y difícilmente podremos hacernos a la idea de que nos encontramos en un jardín exótico. La estancia será mucho más interesante si se le procura una superficie de tierra donde hundir los pequeños tiestos y recipientes hasta los bordes para que no se vean. Plantar los arbustos en el suelo directamente no es muy recomendable, ya que enseguida empiezan a enredarse las raíces hasta deslizarse juntas por debajo de la tierra: a partir de ese momento no se pueden sepa-rar sin causar daños a sus vecinas.

Pero a veces no queda más remedio que desligarlas cuando hay que cambiar la planta de sirio, o bien cuando las plantas enfermas requieren un tratamiento específico. Asimismo, el cultivo en tiesto frena el desmedido crecimiento silvestre, factor a evitar en el jardin de invierno, dado que, de lo contrario, se extienden con más facilidad las enfermedades y el cuidado de las plantas resulta más difícil.

viernes, 9 de enero de 2009

Parásitos y enfermedades

Las plantas de maceta no están a salvo de ser infectadas por organismos perjudiciales, ya sean animales, bacterias u hongos. Un ataque de este tipo se puede extender muy especialmente en alojamientos invernales que no sean idóneos. En la casa —y ante todo en el jardín— generalmente sólo recurrimos a productos químicos en caso de extrema necesidad, debido a su toxicidad y al daño que provocan en el medio ambiente. No obstante, en el caso de los arbustos cultivados en maceta, podemos emplear este tipo de preparados mucho antes sin temor a deteriorar el medio ambiente, siempre que siga minuciosamente las instrucciones del fabricante respecto a la dosificación, objetivos del uso y posibles peligros.

Estas prescripciones son una llamada de atención para proteger a las personas de los componentes tóxicos, aunque también son válidas para proteger las abejas, las aguas residuales y el resto det medio natural. Ahora bien, tos insecticidas se emplean únicamente cuando otros medios no basten, o sea, cuando no podamos desprender los parásitos manualmente, con un cepillo o pulverizando la planta con agua. Por lo demás, están los productos «biológicos» para proteger las plantas. Entre ellos se encuentran, por ejemplo, los preparados a base de pire-trinas, hoy sometidos regularmente a controles de toxicidad estatales al igual que eJ resto de productos fkosanitarios. De todas formas, es muy importante saber identificar la patología que sufre la planta, y elegir tanto el producto más efectivo (y menos tóxico) como el momento oportuno para aplicar el tratamiento.

Las diferentes especies de pulgones pululan siempre por el jardín, por el balcón y la terraza. Sólo muy pocas plantas repelen su ataque, dirigido especialmente a plantas de follaje blando y a vastagos jóvenes. Allí donde no sirva de ayuda la pulverización con un fuerte chorro de agua o simplemente no sea posible por el deterioro implícito de una pane frágil de la planta, y una vez descartado el extracto de ortigas sin diluir, se puede emplear ocasionalmente un aerosol insecticida o pulverizar la planta con un producto apropiado contra parásitos succionadores. Si se opta por el insecticida, lo menos nocivo para e! medio ambiente es el riego con un preparado sistémico, por ejemplo, «Roxion» o «Meta systox». Este tipo de productos son absorbidos por las raíces y distribuidos por toda la planta a través de la savia, de manera que llegan incluso hasta el lugar en que los parásitos se sienten seguros del envenenamiento por contacto, o sea, a las hojas enrolladas unas con otras e incluso a los ejes más intrincados de la hoja.

Entre los parásitos más tenaces de las diferentes plantas de maceta, como la adelfa y la palmera, se encuentran las cochinillas. Las hembras permanecen inmóviles y se protegen contra los insecticidas bajo un duro caparazón o una cubierta de aspecto algodonoso, mientras que sólo las diminutas larvas, imperceptibles al ojo poco adiestrado, son extremamente dañinas. Dado que el daño que causan en la planta solo es visible cuando descubrimos los escudos de las hembras, hay que buscar forzosamente medidas para combatirlas. En primer tugar, se procede a eliminar las cochinillas allí donde estén con un cepillo de dientes, pues sólo así surte efecto la aplicación de un insecticida que llegue también a las larvas. Los preparados que contienen benzol dan buenos resultados contra los insectos succionadores, porque penetran la coraza de las hembras y las mata, lo que no ocurre con el cepillado. Este tratamiento debe repetirse de nuevo diez días después. Las negrillas que aparecen después de un ataque de pulgones o cochinillas en las hojas, se eliminan con un trapo blando y agua jabonosa suave. Se trata de un hongo que vive en la superficie de la hoja, sin atacarla, pero alimentándose de las sustancias azucaradas secretadas por los insectos; este hongo impide que la hoja desarrolle correctamente la fotosíntesis al no recibir luz, aparte del efecto antiestético de las manchas.
La mosca blanca se conoce sobre todo como un parásito difícil de combatir en ventanas con flores y en invernaderos. AJ aire libre se puede reconocer su desagradable presencia sobre todo en las fucsias, especialmente si se encuentran en un lugar cálido y protegido del viento. Pero, cuando las condiciones son favorables, también otras plantas de maceta pueden ser atacadas por estos animales. Defender las plantas ante un posible ataque es difícil, porque la mosca blanca se aloja principalmente en el envés de las hojas. Los huevos y las larvas son muy resistentes a la mayoría de insecticidas y presenta un alto índice de propagación. Los mejores resultados se obtienen con «Ambush» y «Ekamet», pero su efecto sólo es duradero cuando el tratamiento se repite tres veces por semana. Las tablillas amarillas donde los parásitos se quedan adheridos sólo son recomendables en espacios cerrados.

Otro parásito de las plantas aún más desagradable es el gorgojo de boca grande, un insecto negro de unos 10 mm de largo que ataca las hojas de muchas plantas al aire libre, sobre todo Jas del ro-dodendron, ocasionando manchas en forma de sombra por el borde. Estos animales de actividad nocturna e incapaces de volar, pueden cogerse por la noche a la luz de una lámpara de mesa teniendo la precaución de poner un plato debajo de la presa descubierta, ya que, con la más leve sacudida, el gorgojo puede caerse enseguida al suelo.

Otra posibilidad consiste en pulverizar la tierra del tiesto con un insecticida que el insecto palpará cuando se deslice de su agujero al anochecer en busca de los nutrientes de la planta. Las larvas que viven debajo de la tierra son aún más peligrosas que el propio insecto, ya que, al alimentarse de las raíces, pueden deteriorar gravemente la planta, que ya no se recupera. Es conveniente extraer las plantas pequeñas de la maceta para poder retirar las larvas de las raíces. Los entendidos aconsejan añadir «Ekamet» al agua del riego, pero no es lo más adecuado contra estos parásitos.

De todas formas, al no ser el rododendron una planta muy cultivada en nuestro país, estos problemas suelen ser ocasionales. Los ácaros o las arañas rojas aparecen en las plantas de cuba sobre todo cuando la ubicación es cálida, y el aire, seco. Si uno se fija bien, puede reconocer en las hojas y en los vastagos las finas telarañas de estos arácnidos que dañan la planta succionando su savia, y que suelen ser los invitados más frecuentes de las plantas de interior. Para combatirlos se puede recurrir a productos específicos: los acá riadas, Los insecticidas habituales pueden corrtener en su composición algún producto que actúe como acaricíela, por lo que también eliminan los airaros, circunstancia que, por otra parte, se suele indicar en las instrucciones del producto.

Entre las enfermedades fungicas que atacan a las plantas de maceta, cabe citar fundamentalmente el mildiu y la negrilla. El mildiuT que se reconoce porque forma una capa pulverulenta blanquecina, se combate de forma efectiva con funcigidas especiales, pero antes deben retirarse todas las panes infectadas.

La negrilla, que forma una capa pegajosa y negruzca sobre las hojas, se presenta casi exclusivamente donde actúan los insectos parásitos de la hoja: sus secreciones se convierten en nutrientes de los diferentes hotígos negros. Combatir la negrilla directamente con fungicidas no es muy provechoso. ante todo hay que atajar la causa del ataque: los insectos. Posteriormente conviene lavar la capa que obstruye los orificios en la superficie de las hojas, ya que dificulta el intercambio gaseoso, un proceso absolutamente vital para las plantas.

La Batrytit cinérea, cuya capa cenicienta de hongos la conocemos sobre todo por los fresales, es un mal típicamente invernal en las plantas de maceta. En lugares fríos, mal ventilados y con una humedad ambienta! elevada, este hongo aparece con mucha frecuencia. Los fungicidas especiales que también se pueden adquirir en pequeños paquetes son efectivos la mayoría de las veces. Hay que retirar las partes de las plantas afectadas y tirarlas a la basura, dailo que este hongo con capacidad para desarrollarse también en materia muerta, en circunstancias favorables, podría reproducirse rigorosamente en el estercolero, en el caso de que aprovechemos los residuos vegetales para hacer compost.

El tema principal de este libro ha sido hasta aquí el cultivo de maceta «clásico», a saber, el mantenimiento y cuidado de plantas más o menos exóticas y acostumbradas al calor que, dispuestas en grandes recipientes, adornan balcones, terrazas y porches durante el verano y el otoño; y que, en invierno, suelen ser alojadas con esmero y tacto en un lugar protegido del frío o incluso en un invernadero rudimentario.

Para los aficionados a las plantas de maceta y los «jardines móviles», hay además otras posibilidades tanto en lo que se refiere al trato con estas sugestivas plantas como en lo relativo a la composición floral y la práctica de la jardinería en maceta.

En las páginas siguientes se proponen algunas sugerencias que demuestran la variedad del cultivo en maceta: desde trucos para disfrutar con un jardín de invierno, pasando por indicaciones relativas a la conservación de las plantas exóticas en el exterior y a su mantenimiento durante el invierno en el interior, hasta cómo convertir una maceta en un parterre de flores, un vergel de hortalizas, un miniestanque o un jardín con arbustos duraderos.

La ubicación en el exterior

Constantemente se alude a la circunstancia comprobada por informes experimentales, según la cual, determinadas plantas de maceta, de origen subtropical o incluso tropical —trasplantadas en la tierra—, también pueden pasar el invierno al aire libre. Entre las que presentan cierta tolerancia a las heladas, se encuentran, por ejemplo, el palmito (Trachycarpns fortttnei), el níspero del Japón (Erio-botrya japónica), la araucaria {Araucaria araucana), la higuera (Fiáis carica), el laurel (Launa nobilis), la lagerstroemia (Lagerstroanin incika), el granado {Púnica granatum), el olivo (Oka evropaea) y la magnolia perenne (Magnolia grandiflora).

Ahora bien, la resistencia real al invierno no se mide sólo por los diez o doce grados bajo cero que puedan tolerar las plantas a corto plazo. Sin duda, hay que añadir otros factores imprevisibles que pueden constituir un agravante y representar constantemente un riesgo. Primero, las temperaturas mencionadas siempre se refieren a los ejemplares adultos de las diferentes especies citadas, nunca a plantas jóvenes. Y, en segunda lugar, el grado de humedad de la tierra durante el otoño es decisivo, ya que a su vez contribuye a determinar la configuración del suelo. Una tierra compacta y poco porosa tiende a encharcamientos duraderos debido a las frecuentes lluvias del otoño. El siguiente paso, en lugares verdaderamente fríos, consiste en que las heladas prolongadas provocan un rápido descenso de la temperatura en la zona de las raíces debido a la congelación del agua, un proceso que ni siquiera los arbustos vigorosos pueden contrarrestar.

Las plantas perennes de maceta, en los jardines de zonas muy frías, sufren la amenaza de otros peligros que ya conocemos en el jardín por los arbustos de hoja perennes: en un suelo helado, el agua no está disponible en la tierra, en cambio, continúa la evaporación a través de las hojas. Las consecuencias son daños por sequía que sólo pueden evitarse mediante un riego abundante durante los periodos sin heladas.

Sin duda, una estera de juncos o una arpillera puede proreger las plantas perennes tanto de los rayos solares, que aceleran la evaporación, como de los vientos secos. Asimismo, el problema ya mencionado del encharcamiento duradero en una tierra compacta puede evitarse colocando arena gruesa o pedazos de teja en el orificio de la maceta. Para ayudar a la planta a pasar el invierno, también cabe la posibilidad de cubrirla con una protección de lona o similar, o incluso colocarla bajo una rúente de luz electrica. Pero todo esto cuesta esfuerzo y hay que calcular también los gastos.

En la zona mediterránea, las especies más delicadas deberían estar en una orientación a mediodía, en un rincón cálido del jardín, particularmente en invierno. Por ejemplo las Sama, las Bougainvilka, o los Hiliisctis deben resguardarse en un cobertizo o similar, sobre todo durante los periodos más fríos.

Protección durante el invierno

Los meses invernales, fríos y escasos de luz, son la peor época para todas las plantas de maceta en lugares algo fríos que no puedan ser alojadas en un pequeño invernadero. Para la mayoría de estas plantas exóticas resultan idóneos los lugares protegidos de las heladas, y a la vez frescos y luminosos. Pero ¿quién los tiene? Lo que podemos ofrecerles es casi siempre un paliativo de emergencia: sótanos, buhardillas, garajes, las escaleras de la casa o la sala de estar. Las dificultades empiezan cuando hay que conseguir que más de uno o dos ejemplares superen el invierno. Nuestras posibilidades de prestarles ayuda son limitadas. Principalmente consisten en preservar el cepellón de la sequía, pero sobre todo del encharcamiento. A menudo también hay que airear la planta durante algunas horas, incluso en los días más fríos. Procure no introducir las plantas en su alojamiento invernal con la tierra empapada, ya que, en una sala oscura y fría, las raíces se pudren antes de que el sustrato pueda secarse.

La poda de rebaje que se realiza en otoño contribuye a ahorrar espacio y evita el riesgo de un ataque de hongos. Utilizar la sala de estar de invemadero para algunas plantas como los limoneros, los naranjos, el ensete, las adelfas o la yuca en los lugares muy fríos es completamente factible, pero muchas veces no da resultado sobre todo si las plantas son de gran tamaño y si no hay luz suficiente. En un lugar cálido el crecimiento no se interrumpe, y como la planta requiere una cantidad de luz suficiente para su ciclo vital, la claridad es imprescindible. Por lo demás, en una habitación cálida cabe esperar casi inevitablemente la aparición de ácaros y cochinillas. En general, se debería acortar el periodo de descanso invernal en la medida de lo posible. En cambio, en los lugares en que las heladas no sean frecuentes, para la mayoría de especies bastará con situarlas en un lugar protegido, bajo una cubierta, o al abrigo de los vientos fríos.

Mientras son jóvenes, la mayoría de las plantas de maceta resisten el frío más de lo que general-
mente se cree. Hay que añadir que, si se dispone de un lugar protegido en la terraza o una pared que retenga el viento y la lluvia, no hay que temer el efecto de las primeras heladas nocturnas. Pero es evidente que el llibiscus, la Tilmubina, el Ensete, el Pttpyrtis y la Bougainvtllea no deberían exponerse a esta prueba. Las plantas que han pasado el invierno en un lugar frío son menos sensibles que las que hayan estado en un lugar cálido y, en consecuencia, brotan antes. Dado que los retoños tiernos y verdes apenas resisten los fríos postinvernales, no conviene dejarlas al aire libre demasiado pronto. Si existe la posibilidad, estas plantas deben colocarse a principios de marzo en un lugar luminoso para que la vegetación salga cuanto antes. Cuando se empieza a vaciar el invernadero hay que tener presente que colocarlas de pronto a pleno sol puede ser mortal, y en el mejor de los casos puede provocar daños considerables en los vastagos y las hojas.

Esto es válido también para las plantas que pasan el verano bajo un sol intenso como, por ejemplo, los cactus y otras suculentas. .Mucha más precaución hay que tener con las Bougainvilka, los Otras, los ceibos, las lagerstroemia, las Plumbago tmricuhna y otras plantas amantes de la luz. En general, se debería dejar que la vegetación se desarrollara paulatinamente; para ello lo más importante es ser comedidos con el riego y administrar la primera dosis de abono cuando la planta haya brotado por completo, lo cual garantiza un crecimiento armónico.

La poda y el cambio de maceta

La poda de rebaje y la de clareado tienen los mismos objetivos que perseguimos en la poda de arbustos ornamentales de jardín: estimular el nuevo brote. Para ello es conveniente retirar los vastagos débiles o los marchitos, de modo que toda la planta se airee y reciba luz suficiente- En el caso de la la-gerstroemia y el granado sobre todo, se recomienda eliminar todas las ramas débiles y recortar regularmente los brotes largos en invierno. La fucsia, la margarita y la Plumbago auna/lata crecen más tupi-das el año siguiente si al final del invierno se recortan tanto los brotes más débiles como los del año anterior a un tercio de su longitud.

La adelfa, por contra, se debe clarear y retener en longitud hacia mediados de septiembre, para que durante el invierno empiecen a crecer los brotes que florecerán al verano siguiente. En cuanto a la trompeta del juicio, esta tarea se realiza preferentemente en primavera, ya que florece sobre tallos nuevos que crecerán durante la siguiente primavera y verano. En las plantas que tienden a un crecimiento desplegado y poco poblado se puede estimular la ramificación mediante el despunte o el pinzado —como se dice en la jerga especializada— de las puntas de los brotes aún tiernos. Los jardineros versados en las fucsias lo saben y contribuyen a mejorar con este método el aspecto de los ejemplares que presentan un crecimiento poco compacto.

Al reaÜzar esta tarea puede ser que se retiren también los brotes de las flores situados en las puntas de los vastagos, pero hay que aceptarlo así; la planta compensa esta pérdida muy pronto a través de nuevos vastagos con botones de flores. Sobra decir que se debe proceder con cuidado, eliminando únicamente la punta tierna de las ramas aisladas.

Además de esta poda, algunas plantas de maceta admiten la posibilidad de una poda especial de clareado para darles forma, especialmente cuando uno pretende criar por sí mismo una planta joven y convertiría en un tronquito alto, realmente costoso en el mercado. A este grupo pertenecen casi todos los arbustos leñosos de flores. Habría que citar ante todo la margarita pero también las Bou-gatnviUca, las fucsias, las 1 ancanas, las Plumbago aurtadara y algunas otras que pueden adoptar la forma de tronquito alto con un poco de paciencia. Para ello, hay que limpiar de ramas el vastago ruis vigoroso de una planta joven, eliminar regularmente todas las ramificaciones que salen del tallo y finalmente desmocharla en el momento en que ha alcanzado la altura deseada. Se consigue una copa tupida cuando se despunta repetidas veces las ramas que la forman.

Al igual que en otras tareas de mantenimiento, también hay putas establecidas para el cambio de recipiente. Asi, para saber cuándo es necesario trasplantar hay que tener en cuenta el tamaño y el crecimiento de la planta, la envergadura de las raíces y el estado del sustrato. No todas las plantas son como Datura que crece mejor cuanto más espacio posea. Ya hemos mencionado asimismo que la yuca también puede vivir en una maceta pequeña incluso cuando el tupido cepellón de las raices ha desalojado prácticamente toda la tierra, hasta el punto que el día menos pensado el tiesto puede estallar por la presión.

El cambio de tiesto se realiza a la salida del invierno o durante la primavera, en el momento en que las plantas empiezan a vegetar. Elija siempre un recipiente ligeramente más grande para que pueda rellenar con tierra nueva el espacio libre entre el recipiente y el cepellón de las raíces. En el caso de muchos arbustos como la Datura o la adelfa se recomienda además desmenuzar vigorosamente el entramado de las raíces perimetrales con un cuchillo afilado y grande. De esta forma, además de conseguir más espacio en la maceta, la planta recibe un estímulo para volver a formar nuevas raíces. La absorción de agua y de nutrientes también aumenta, actuando favorablemente sobre la vegetación y el crecimiento. Se puede mezclar unos puñados de raspadura de cuerno en el sustrato; con la fertilización se empieza sólo en el momento en que aparecen los brotes nuevos, pues es indicio de que las raíces han agarrado en el nuevo alojamiento.

martes, 6 de enero de 2009

El abonado y el riego

Las plantas de maceta no requieren una composición de nutrientes excepcional Se puede emplear cualquier abono líquido o sólido apto para las plantas de interior o de balcón. Por norma general, basta con una dosis semanal, si nos guiamos por las instrucciones del fabricante. Las «devoradoras de abono» como la trompeta de] juicio o los bananos, asimilan también el abono azul en forma de granulado que se usa en el jardín, si se riega en abundancia después de su administración. Para las plantas sensibles a la cal, entre las cuales se cuentan la gardenia, tas hortensias y otras, habría que recurrir a nutrientes pobres en cal.

A mediados de septiembre como muy tarde se deben espaciar las dosis de abonado para evitar que las plantas «engorden» y se adentren en el invierno con un crecimiento forzado. Por este motivo, los abonos de larga duración son poco apropiados para el cultivo en maceta de plantas exóticas, sobre todo aplicados desde el principio o medio verano y para los de liberación más lenta, ya que es difícil calcular cuándo cesará el fíujo de nutrientes. Asimismo, el empleo exclusivo de abono orgánico (por ejemplo, de estiércol) puede resultar peligroso por riesgo de quemaduras en las raíces de plantas sensibles o por desajustes entre 3a necesidad de la planta y la presencia de nutrientes en el suelo. La exigua vida de la rierra transforma con extrema lentitud estos materiales en nutrientes absorbibles, de manera que las plantas sufren de forma latente por la carencia de nutrientes, lo cual en las grandes consumidoras como las solanáceas se traduce en una reducción de la vegetación. No tenemos nada en contra de la mezcla adicional de unos puñados de raspadura de cuerno (preparado rico en fósforo y potasio) en el momento de plantar o trasplantar, pero es mejor renunciar al abono propio de jardín para las plantas de maceta, ya que nunca se puede excluir del todo la transmisión de organismos perjudiciales para la planta. En el jardín, la mayoría de las veces no se aprecian porque las robustas plantas que crecen libremente en el suelo apenas se ven afectadas, mientras que en la maceta las consecuencias pueden ser verdaderamente desastrosas, y puede suceder que cuando se encuentre la raíz del mal, la planta exótica haya pasado ya a mejor vida.

Muchas plantas de maceta están acostumbradas a soportar largos periodos de sequía en su tierra de origen. No obstante, esto no significa que debamos pedirles lo mismo cuando están en un recipiente, ya que no tienen la posibilidad de absorber con las raíces el agua necesaria de las capas profundas del suelo, sino que están limitadas a lo que encuentren en la tierra de la maceta: de ahí que el suelo deba mantenerse siempre ligeramente húmedo. Además, las necesidades de agua son muy variables según la planta; podrá tomar nota más exactamente de las indicaciones para su cuidado en el capítulo «Plantas de maceta de la A a la Z», donde se especifican las exigencias de cada planta.

Cabe citar aquí en primer lugar dos causas por las que el riego resulte dañino. Ambas afectan por igual a todas las plantas de maceta, a saber, el empleo de un agua demasiado dura, o sea, con un alto contenido en cal, y el exceso de agua. Sin embargo, salvo algunas excepciones como el Callistemcm, el Eucalyptus y los cítricos, casi todas las plantas de maceta se contentan con agua corriente dura. La calcificación puede originarse y sobrevenir cuando el agua es extremamente dura, el recipiente muy estrecho y la tierra muy compacta, de manera que, al cabo de cierto tiempo, el índice de cal deja de ser tolerable para la planta. En este caso, algunos oli-goelementos imprescindibles para el ciclo vital se quedan adheridos al suelo por el exceso de cal y no pueden ser absorbidos por las raíces. De ahí que siempre sea más seguro emplear agua de lluvia. Si no dispone de ella, puede ablandar el agua de riego con un saquito de turba, sumergido durante un tiempo en el agua de riego, con lo que ésta tenderá a acidificarse.

También sirve de ayuda dejar reposar la regadera veinticuatro horas para que una parte de la cal se precipite en el suelo.
El riego demasiado frecuente es la segunda causa de que una planta resulte daíiada, pero esto puede evitarse fácilmente, No debemos olvidar que, por norma general, las plantas toleran mejor la sequía que el encharcamiento, Si en alguna ocasión las plantas permanecen mucho tiempo sin agua, éstas muestran su carencia a través de una paulatina marchitez y posterior caída de las hojas, pero si el descuido se repara con rapidez y copiosamente, los efecros de la falta de agua se superan pronto. En el caso de la trompeta del juicio, por ejemplo, hay que aceptar que las flores una vez. mustias se caigan y que algunas hojas amarilleen, pues se trata de una circunstancia natural y pasajera.

El efecto de un encharcamiento es mucho más tenaz, La falta de oxígeno provoca que las raíces empiecen a pudrirse, impidiendo la absorción de agua y de nutrientes. El cuadro sintomático es parecido al producido por la sequía: la planta se marchita, aunque los daños se manifiestan de una forma distinta a los que se producen por la falta de riego, ya que la marchitez es general, afecta tanto a las hojas nuevas como a las viejas y la mayoría de las veces no existe solución. Conseguir que se regenere secándola por partes es tan sólo cosa de suerte. Cuando el recipiente posee un orificio de drenaje en la base y la tierra es porosa, este tipo de errores de riego son muy poco frecuentes en verano. Sólo hay que prestar un cuidado especial si introducimos la maceta en un macetero. En este caso, se recomienda controlar el recipiente después del riego y retirar el agua sobrante.

Durante el periodo de descanso invernal el asunto del riego es más complicado. En un invernadero que no esté suficientemente iluminado, el riesgo de putrefacción suele suele ser muy alto y precisamente aquí es donde las esporas de los hongos, portadores de enfermedades, yacen latentes. En los arbustos de hoja cadum, cuya vegetación se interrumpe en estos meses, lo más adecuado es mantener el suelo bgeramente húmedo.

El ceibo o cresta de gallo {Erytbrina crista-galli) constituye una de las pocas excepciones, ya que su periodo de descanso vegetativo tiene lugar a la salida del invierno. Las plantas situadas en un lugar luminoso y caldeado evidentemente deben regarse más, dado que su proceso vital continúa, aunque sea más lento, Esto vale también para todas las plantas perennes.
Para aquellas que se decida mantener al exterior, será necesario disminuir la frecuencia e intensidad de los riegos en relación a los factores meteorológicos y al estado vegetativo de la propia planta.

Las tierras y los sustratos

A primera vista, se diría que ya tenemos resuelto el problema de la mezcla de tierra adecuada para nuestras plantas con los sustratos preparados que hay en el mercado. Antaño era distinto: los antiguos libros de plantas dedicaban capítulos enteros a la composición de la tierra.
Desgraciadamente, no todos los preparados de tierra que se encuentran en el mercado cumplen los requisitos exigibles para el cultivo en maceta.

Sobre todo los productos baratos, a menudo poseen un contenido de turba tan alto que, a largo plazo, su composición resulta verdaderamente perjudicial para las plantas; el agua de riego fluye llevándose los nutrientes a su paso, las raíces tienen escasa sujeción al suelo y a la larga la planta se seca. Los sustratos de corteza, en aumento actualmente, no dan un resultado mucho mejor, y en tanto que carezcan de marca de fábrica, su composición siempre será dudosa. Este tipo de productos para grandes tiestos sólo son útiles si poseen determinadas características fisicoquímicas en relación a las plantas que se desee cultivar.

En general podemos afirmar que es deseable una buena capacidad de aireación, para que las raíces respiren bien, alta capacidad de retención de agua y nutrientes, pH adecuado, buen nivel de materia orgánica y estabilidad de las características físicas a lo largo del tiempo, así como homogeneidad en su presentacion.

Los recipientes

El tamaño de los recipientes debe acomodarse al tipo y las cualidades de crecimiento de cada planta, teniendo en cuenta que cuanto más grande es, más espacio necesitarán las raíces. Esta es la norma, aunque siempre hay excepciones. A pesar de las impresionantes medidas que puede alcanzar, la yuca, por ejemplo, crece mejor en un recipiente relativamente pequeño, mientras que la maceta para la Datura nunca será demasiado grande.

Para casi todas las plantas de tiesto vale 3a norma, según la cual es necesario un orificio de drenaje para desalojar el agua sobrante. Excepto en plantas de pantano como el paraguas o el papiro, pues éstas requieren que el suelo esté constantemente húmedo—hasta empapado—y también pueden estar directamente en el agua.

Por lo tanto, un importante aspecto a tener en cuenta en el momento de elegir o comprar los recipientes de las plantas es que tengan un orificio de drenaje. Precisamente, en las macetas de terracota, cada vez: más apreciadas, éste no es siempre el caso; no obstante, siempre se puede recurrir a una taladradora, pero la tarea exige grandes precauciones. Los recipientes de terracota decorados se realizan con arcilla sin barnizar y son —dependiendo de la intensidad del horneado—- absolutamente sensibles a las influencias atmosféricas. La persona que desee sacar partido a estos costosos recipientes, por lo general, deberá tratarlos con mucho cuidado.

La maceta de arcilla en tamaño extragrande, adecuado para estas plantas, es algo mis resistente, pero, al igual que los recipientes de terracota, puede romperse durante el transporte de la planta, sobre todo los macetones, ya que su peso es considerable. La típica maceta de arcilla es correcta para el cultivo y agradable a la vista; sin duda, después de un uso muy prolongado envejece y aparecen las eflorescencias, una capa blanquecina de incrustaciones de cal y sales fertilizantes que también afecta a la terracota. Una alternativa a la afanosa tarea de eliminarlas con un cepillo de alambres es recurrir a una antigua receta casera que recomienda frotar las macetas con mondas de patata cruda.

Mientras tenga un orificio de drenaje, resultan apropiados los recipientes de casi todos los materiales, aunque cabe hacer ciertas objeciones con respecto al metal. Las macetas de cobre y otros recipientes de hierro fundido empleados originariamente como antiguos artículos domésticos, exigen la aplicación en su interior de una película plástica o una capa de resina líquida a causa de la oxidación. Los barriles de cerveza de metal ligero partidos por la mitad, son aptos para las plantas, pero tienen un gran inconveniente: en cuanto el cepellón es muy grande, el recipiente se deforma, y entonces es necesario trasplantar, lo que no es fácil, porque hay que cortar el recipiente con un aparato especial. Las cubas de madera que durante el verano quedan expuestas al viento, a las inclemencias atmosféricas y al suelo mojado, no suelen ser muy duraderas, mientras que a la hora de la compra no son precisamente económicas. Pero también puede hacérselas uno mismo con clavos, tornillos, unos cuantos listones o tablas y unas barras de maderas cuadrangulares. Si el material adquirido no está ya impermeabilizado, antes de empezar hay que tomarse la molestia de darle una capa de barniz protector que sea tolerado por las plantas.

Los riestos y los recipientes grandes de plástico tienen el inconveniente de que a la vista no resultan muy atractivos. Sin duda, se realizan imitaciones de cuba en plástico blanco realmente bonitas que en este caso resultan de gran ayuda: carecen de suelo, de manera que la planta trasplantada por ejemplo en una cubeta de plástico simplemente se coloca dentro.
La persona que pretenda tener una pequeña colección de plantas de maceta, puede probar diferentes recipientes, eligiendo aquellos materiales que, según el lugar y el resto de las plantas, armonicen plenamente con el entorno.

sábado, 3 de enero de 2009

Nuestro clima como elemento de choque

Todos sabemos que fuera de las zonas libres de heladas, es decir, alejados sólo unos kilómetros de la línea de la costa, las plantas de maceta que aquí se presentan carecen de la estabilidad invernal que necesitan. Si ésta fuera la única dificultad a tener en cuenta para su cultivo, podríamos sentirnos felices y abastecernos sin cesar de plantas subtropicales. Pero como se verá, existen otros factores dependientes del clima, como la excesiva sequedad veraniega, que justifican unos cuidados especiales, distintos de los que exigen las plantas que crecen libremente en los jardines.

Para la planta, el cultivo en maceta está lleno de limitaciones y condicionantes que no hacen sino provocar situaciones de estrés y dificultad en su vida. Cuando esto es así, la planta afectada lucha literalmente por sobrevivir, mientras el aficionado achaca erróneamente la ausencia de floración u otros trastornos vegetativos a una enfermedad. Por lo tanto, en el cultivo es importante conseguir unas condiciones ambientales muy semejantes a las de sus países de origen. Con otras palabras: usted debe conocer los deseos de sus plantas de maceta.

Es imposible cambiar el tiempo y el clima. pero en nuestras manos está la elección del lugar y su cuidado específico. La mayor parte de las plantas de maceta proceden de regiones cálidas con largos y calurosos veranos. Este es el caso de la adelfa, la lagerstroemia, así como también la Bott-gatnviUea, la Senna y la Strelttzta. La preciada Datura es menos exigente, y si está ligeramente a la sombra puede conservar sus flores incluso más tiempo y seguir manteniéndose fresca. Afortunadamente, la mayoría de las plantas mediterráneas se adaptan muy bien al cultivo en maceta. Una pared completamente soleada al sur, no es en absoluto requisito indispensable para el éxito del cultivo en maceta de plantas exóticas, véase Datura.

La aucuba, el Pittosporttm, la platanera, el laurel, la palmera y la yuca crecen incluso mejor si están algo sombreadas. Así pues, antes de la compra hay que tener muy claro si se dispone de un lugar conveniente, o bien elegir la planta de acuerdo con el sitio que se le puede ofrecer.

El largo camino hasta nuestro jardín

Muchos siglos antes de Cristo ya nos encontramos con el cultivo en recipiente, por ejemplo, en el antiguo Imperio egipcio y en los jardines persas. Con el tiempo, su influencia se fue extendiendo hasta llegar a los magníficos jardines del renacinúento italiano. Se sabe que los frutos de los cítricos ya se cono-rían en el sur de Europa en el siglo XI], pero sólo a partir del s. xvi se introdujeron cada vez mayores cantidades en los invernaderos de los jardines regios, y parte de ellos también en los jardines de la burguesía y de comerciantes acomodados. En los siglos siguientes, los naranjos y los limoneros se convirtieron en los árboles de moda, y aquel que se preciaba de ser alguien, exhibía al menos unos cuantos. Lo mismo sucedía con la higuera {Fiáis carica), el granado {Ptwica gramtum) o el laurel (Lauras nohilis).

Muchas de las plantas foráneas que hoy embellecen jardines y terrazas en verano, hasta no hace mucho sólo podían impresionarnos en los jardines botánicos. Actualmente, los conocimientos sobre las técnicas de jardinería y el desarrollo de ios mercados, nos permiten el disfrute de lo que antes sólo estaba al alcance de unos pocos. En realidad, hoy en día, las plantas exóticas son accesibles a cualquiera que se interese por ellas.

El auge de las plantas de maceta es ya imparable, puesto que los importadores fueron perspicaces y el mercada de flores fue creciendo, aunque al principio de forma vacilante con plantas atractivas, y poco a poco con un surtido más amplin. Ciertamente, pasó un tiempo hasta que la oferta alcanzó

Hoy como ayer, la Datura sigue causando admiración.
el volumen actual y también hasta que las empresas exportadoras de plantas encontraron ese hueco en el mercado. La trompeta del juicio (Datura stia-veolem), por ejemplo, apareció en Alemania a mediados de los años setenta, después de darse a conocer por primera vez al gran público en una revista de jardinería. Desde entonces y hasta el día de hoy, esta planta sudamericana signe cautivando a los aficionados a la jardinería y se sitúa en la cabeza de lista de preferencias en cuanto a plantas de maceta.

Sin duda, este florecimiento se vio favorecido también por otras circunstancias, y acaso fue posible sobre todo por un factor: por la amplia gama de productos, cada vez más extensa, del comercio especializado que facilitaban la práctica de esta afición en la vivienda y en el jardín; por estar preparados directamente para el uso, estos productos disipaban cualquier duda del aficionado.

Entre ellos encontramos un sinfín de tierras preparadas, mexclas de abonos de base y abonos específicos, productos para proteger y cuidar las plantas, lámparas especiales, bandejas de cultivo aptas para tolerar altas temperaturas, así como diferentes creaciones de la industria de plásticos que no son únicamente macetas y cubas para flores. De esta forma, también los principiantes en el nato con las plantas pueden resolver algunos de los problemas menos habituales. La persona que desee saber más.

sobre este tema, sin duda encontrará respuestas en el floreciente mercado del libro «verde» o puede buscar información en centros de jardinería y en asociaciones de aficionados a las plantas.
En nuestro país, la afición creciente hacia las plantas está determinando que se amplíe el abanico de las especies tradicionales hacia otras también cultivables en maceta.

Ni siquiera los aficionados a los ejemplares raros se enfrentan hoy a ninguna dificultad que no sea superable. Los centros de jardinería especializados, que en ocasiones pueden ser auténticas empresas de importación o incluso distribuidores, ofrecen además de los servicios habituales, el acceso al mercado especializado de semillas y el envío de semillas exóticas. Por lo demás, los supermercados y mercados populares no sólo ponen a la venta plantas de hoja resistentes al invierno como palmeras, yucas y dragos, sino que, incluso los arbustos floridos, son ya un artículo de masas. El redescubrimiento de los jardines de invierno que, en el centro y el norte de Europa finalmente no prosperaron a causa de la crisis energética, fue un motivo más para interesarse por las plantas de maceta. Pensemos ahora en aquellas especies para las cuales nuestro verano es demasiado corto o que tienen una floración invernal. Aún no figuran nombres como la Diiranta rtpens o la Do-xtintba unguis-cali ni aparece la Synadenhnn grantii en las clasificaciones de la jardinería especializada.

La adelfa, una planta mediterránea, boy a la venta inclusa en supermercados.
Es posible que a veces se ofrezcan plantas que sólo responden a la demanda y al placer de experimentación de los interesados, pero que no satisfacen las expectativas previstas o que resultan incultivables para los principiantes a pesar del jardín de invierno. Y cuando esto es así, desaparecen pronto de la oferta. Pero en general hay que celebrar esta pluralidad, al igual que los esfuerzos de aquellos que trabajan en las tareas de multiplicación por mantener la búsqueda de ejemplares nuevos en todo el mundo. Sobra decir que no nos referimos solamente a las plantas de maceta, sino también al inmenso abanico de plantas ornamentales y útiles.

Plantas con aire exotico

Desde siempre se ha entendido por plantas exóticas de maceta un grupo muy determinado que no se distingue por sus características botánicas comunes, sino que se identifica únicamente por ser autóctono de regiones cálidas. Estas plantas proceden de zonas climáticas tropicales o subtropicales, lo cual significa que en invierno deben protegerse del frío en las zonas donde las heladas sean frecuentes; sólo en lugares con inviernos verdaderamente suaves pueden sobrevivir bien sin más atenciones en este sentido. En una gran mayoría de casos se trata de arbustos, algunos de ellos se-mileñosos, así como de ciertas plantas herbáceas, por ejemplo, las pertenecientes a la familia de las gramíneas.
Si exponemos el concepto de plantas de maceta con cierta amplitud de miras, sin duda, resulta una gama enormemente colorista y variada. Asimismo, habría que partir de que este concepto abarca todas las plantas que pueden cultivarse en recipientes. L'n ejemplo de ello serían las plantas vivaces de las zonas templadas, además de flores de verano, verduras, hierbas aromáticas, frutas y muchas otras más. Todas las flores multicolores de nuestras jardineras se incluyen también en esta categoría, así como las plantas de interior de gran tamaño que pueden pasar el verano al aire libre.
La expresión moderna «jardín móvil» responde plenamente a esta idea que abarca todo lo que no crece fijo en el suelo.
No obstante, en primer lugar y fundamentalmente vamos a hablar de «las auténticas» plantas de maceta, es decir, no de las que son resistentes al frío, sino de la Abutilón a la Yucca, de las huéspedes de nuestros jardines, balcones y terrazas, de aquellas que sólo florecen cada verano y pueden crecer porque las preservamos de las heladas del invierno. Pero ¿cómo consiguieron llegar hasta aquí?, ¿quién les allanó el camino y cuándo empezó todo?